4. EL CARÁCTER DE JESUS

Un elemento de gran importancia en los postulados de Covey es la Ética del Carácter. Cuando analizamos este asunto, se nos propone la comparación de un "iceberg" cuya pequeña punta es mostrada al exterior, mientras que el gran macizo de hielo se oculta en el fondo. Covey indica que lo visible (la punta del iceberg) es el temperamento (o ética de la personalidad) y lo oculto en las profundidades es el carácter. Es necesario que ese carácter esté cimentado en principios que guíen el actuar, pensar y hablar de las personas. El temperamento, que es lo que manifestamos públicamente, necesariamente deberá ser coherente con el carácter (lo oculto). Por lo que se concluye que si una actitud o valor manifestado en el temperamento no tiene cimientos fuertes en el carácter - principios - no será duradero o no será real.


En los evangelios encontramos un Jesús con un carácter muy definido, movido por principios muy claros y sólidos. Su actuar y su hablar son testimonio de ello. Para la Biblia en general el sabio se define como el que actúa y vive según lo habla, no hay diferencia,"Mas la sabiduría se justifica con sus obras" [1]. Siempre será tal cual es, sin importar la situación en la que se presenta y será fiel a sus pensamientos. S. Covey, plantea ideas similares.

Jesús destaca este aspecto y le da gran profundidad para conseguir una vida de acuerdo con los principios (mandamientos) de Dios. Su gran problema con los escribas y fariseos, sobretodo, radicaba en que estos señores manifestaban una cosa en sus exigencias y predicaciones, alejadas de su forma de vida y actuar (supongo que habría alguno que hacía diferencia, aunque en la Biblia este asunto se generaliza). Prueba de esto es que encontramos en el evangelio de Mateo 23, 1ss un verdadero tratado en contra de los escribas y fariseos en términos realmente duros.

 “Hagan y guarden lo que les digan, pero no hagan lo que ellos hacen, porque dicen y no hacen”[2].

Claramente, Jesús plantea lo que para El resulta repulsivo en esta gente: no tienen coherencia entre lo que dicen (lo que dice la Torá: en hebreoתּוֹרָה‎ [Torah]) y lo que hacen. Para Covey una personalidad que no esté fundamentada en el Carácter viola principios fundamentales y revela fallas que se manifestarán tarde o temprano. Jesús exige que sus seguidores no se manifiesten de esta forma, exige coherencia entre vida y obra, quien no sea así será llamado: hipócrita.

Riquísimo en contenido y mensaje se encuentra en el evangelio de Lucas, muy pertinente en la ética del carácter. Lc 6, 43-45: "No hay ningún árbol bueno que dé frutos malos; ni árbol malo que dé frutos buenos. El Árbol se conoce por sus frutos" y "El hombre bueno saca el bien del buen tesoro de su corazón; y el malo saca lo malo del suyo perverso; porque de la abundancia del corazón habla la boca". Con claridad absoluta el evangelista indica que Jesús le ofrece a todos sus espectadores un mensaje extraordinario: Es tal la riqueza interior del hombre, o su maldad inmensa que no se escapará de manifestarla públicamente. Si la vida del hombre no se basa en principios positivos, sus acciones, tarde o temprano mostrarán lo que realmente es.

¿Por qué se intenta en tantas oportunidades abandonar un vicio o promover una virtud y se falla? La respuesta es sencilla, que no hay un principio positivo que apoye, sustente y haga sólida la decisión que se ha tomado. Si el ladrón no establece el principio de honestidad como patrón de acciones en su vida, probablemente podría dejar de robar por un tiempo pero tarde o temprano robará otra vez.

“La ética del carácter, se basa en la idea fundamental de que hay principios que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan constantes y que indiscutiblemente están ‘allí’ como las leyes de la gravitación universal en la dimensión física” [3]
“Los principios son como faros. Son leyes naturales que no se pueden quebrantar” [4]

En el evangelio, Jesús, lo representa como: "...un hombre que, al edificar una casa, cava, profundiza y pone el cimiento sobre la roca; cuando luego viene una creciente y el río se precipita contra la casa, no puede bambolearla porque está bien cimentada. Más que oye y no practica, se parece al que edifica una casa sobre la tierra, sin cimiento, choca el río contra ella y rápidamente cae; y es completa la ruina de la casa" [5]. En los evangelios, una vida semejante a la de Jesús, “alter Cristus”, es una vida cimentada en roca (principios). Y con ello se propone un estilo de vida con principios muy claros, que posteriormente descubriremos.

Podríamos asistir a cientos de encuentros motivacionales, seminarios y charlas. Leer libros, estudios y ensayos, pero si el que los escucha no tiene bases sólidas (principios) que soporten la buena voluntad de asistir a ellos, los resultados se disiparán a corto plazo, de no tenerlos, deberá tomar una decisión firme de iniciar su formación y fortalecimiento. También deberá tener claro que dependerá de ello el éxito de su esfuerzo. “… para conseguir que los otros hagan lo que quiero, que trabajen mejor, que se sientan más motivados, que yo les agrade y se gusten entren ellos, nunca podré tener éxito a largo plazo si mi carácter es fundamentalmente imperfecto, y está marcado por la duplicidad y la falta de sinceridad” [6]

En nuestro mundo moderno, las lucecitas, la música estridente, la moda y la fama, han hecho que le demos un culto especial a la ética de la personalidad. Alcanzar por formas mágicas el éxito. Somos testigos a diario de los jovencitos y jovencitas desesperados por las máquinas milagrosas que te darán la “figura más bella” sin ningún esfuerzo ni trabajo, sino que sentadito se ejercita solo. Es un mundo de apariencias, lo que cuenta es “parecer” y no”ser”. Todos tenemos cientos de ejemplos de esta tendencia “modernista”. La ética de la personalidad es ilusoria y engañosa. Los principios que fundamentan la ética del carácter nos permiten enfrentar la vida sin atajos, dando importancia a cada paso que damos en la búsqueda de nuestras metas, “los presuntos atajos no pueden conducir más que a la decepción y la frustración[7]

Covey presenta algunos de los principios, que “forman parte de la condición, conciencia y moral humanas” [8] tales como la rectitud, integridad, honestidad, dignidad humana, servicio, paciencia, educación y estímulo entre otros. Los cito como ejemplos para tener mayor claridad a la hora de hacer frente al término: “principio” que muchas veces lo entendemos mejor como valor, sin embargo tienen algunas diferencias, el principio posee una naturaleza de inviolabilidad, permanencia y universalidad que el valor no tiene. Pero el uso común da al “valor” connotaciones muy similares, prueba de ello es que tenemos “Comisiones de Valores Humanos”, etc. Pero debo ser claro que para la teoría de Covey no tiene un mismo significado.

Voy a realizar un recorrido por hallazgos en los evangelios de lo que considero son los principios que guían el actuar de Jesús y que obviamente todo seguidor de Cristo debería tener como fundamentos de su actuar, por eso se llaman cristianos.

Nos encontramos la próxima semana. #Quedateencasa, aprovecha, lee y comparta este blog. Saludos, cuídense y gracias por leerme.

[1] Mt 11,19
[2] Mt 23, 3
[3] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, Pág. 40
[4] Idem, pág 42
[5] Lc 6,48-49.
[6] Idem pág. 26
[7] Idem pág. 46
[8] Idem, pág 42

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