SEGUNDO HABITO EMPEZAR CON EL FIN EN LA MENTE (2/2)

Continuamos con el Segundo hábito

De este texto, quiero resaltar la hermosa relación que Jesús sabe que tiene con su Padre, única y especial “glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese” v.5. Me concentro a presentar en estos textos a un Jesús con claro autoconocimiento. Al saberse en esta realidad, Jesús no tiene reparos en asumir una visión del mundo llena de Fe en quien lo ha enviado, en él deposita todos sus esfuerzos y a él también se le ofrecerá, con voluntad independiente ya que tiene absoluta libertad y así determina su propia vida.




De la Película Jesús de Nazareth, Jesus

He aprovechado estos párrafos para comentar un poco sobre los dones que Covey encuentra en los seres humanos.

Volvamos sobre este segundo hábito, de la visión personal, analizando un importante aspecto: ¿qué es lo que hay en el centro de nuestras vidas?, la respuesta a esta pregunta es muy importante porque ese centro será nuestra fuente de: La seguridad, entendida como nuestro sentido de valía, nuestra autoestima. La guía, que es la dirección en la vida. La sabiduría que es nuestra perspectiva de la vida. El poder que es la capacidad de actuar, el potencial de realizar algo.

“Cuando esos cuatro factores están presentes juntos, armonizándose y vivificándose entre sí, dan origen a la fuerza de una personalidad noble, un carácter equilibrado, un individuo hermosamente integrado” [8]

Todos tenemos un centro, algunas veces disfrazado, otras oculto, otras desconocido, pero ahí está, debemos auto examinarnos para descubrirlo.

Covey reflexiona sobre algunos de esos centros, tales como: el cónyuge, la familia, el dinero, el trabajo, las posesiones, el placer, amigos o enemigos, la iglesia, uno mismo. De su análisis descubrimos de hay algo que tienen en común: ninguno proporciona una guía constante, ni libertad emocional, en todos los casos encontramos un grado de influencia externa que no ofrece el sostén suficiente para ser perdurables, en la búsqueda del crecimiento personal, ya que los altibajos son frecuentes, hoy se está bien pero mañana no y después tampoco. Si en el centro se ubica del dinero, la búsqueda incesante por encontrarlo hará que se deje a un lado la familia, amigos, y otras prioridades por que el dinero ocupa el primer lugar. Si el centro es el trabajo, muy común en nuestros días, la persona se vuelve obsesiva y adicta al trabajo, sacrificando su salud como lo demuestra las consecuencias del estrés de nuestros trabajadores. Recordemos por un momento a muchas personas que “tienen” todos esos centros y los alcanzan y aparentemente son el ideal moderno que se sigue, por ejemplo estrellas de cine, del deporte, etc… son muchos los casos en que terminan diciendo, tengo todo eso ¿y ahora qué? Su vida pierde sentido y significado en un sentido estrictamente Frankliano.

¿Qué se debe entender? Las posesiones, el dinero, el placer y más la familia, la iglesia o uno mismo ¿no son asuntos importantes? Pues, sí son importantes pero su atención y búsqueda no deben ser nuestro centro por sí mismos, sino que hay otro centro: Los Principios. “Al centrar nuestra vida en principios correctos, creamos una base sólida para el desarrollo de los cuatro sustentadores de la vida” [9]. De acuerdo al discurso que hemos estado planteando de Covey, el centrarse en principios tiene todo el sentido de mundo, los principios son inmutables, no son ambivalentes, en ellos se puede confiar y en base a ellos, tomar las mejores decisiones. Los principios son verdades profundas y fundamentales que se han mantenido por miles de años. Tener los principios como centro, crea un paradigma fundamental de la vida efectiva, porque una vez que tengamos el cimiento adecuado, el centro correcto, los demás intereses (centros) que tengamos se verán con otra óptica. Es aquí donde afirmamos que la familia, los amigos, el dinero, las posesiones, etc… son importantes, pero no son el centro fundamental, sino que partiendo de principios, estos intereses son mejor llevados, asimilados y vivenciados. Este es el gran paradigma que Covey enarbola: una vida centrada el paradigma de los principios cambiará radicalmente la forma en que mire.

“Si miramos las cosas a través del paradigma de los principios correctos, lo que vemos será espectacularmente distinto de los percibiría a través de cualquier otro paradigma centrado” [10]
Con el prisma del cristianismo, del mensaje de Jesús (que debe ser nuestro paradigma, los lentes con que vemos el mundo y la vida) podemos interpretar adecuadamente una vida centrada en principios. Tanto el mensaje evangélico de Jesús como su vivencia consignada en el resto del Nuevo Testamento contienen máximas (principios) que guiarán al ser humano en su proyecto de vida.
Jesús es muy claro en el nuevo testamento cuando afirma: “Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” [11] 

Creo que hemos llegado, a la luz del evangelio, a una confesión de fe con una actualidad excepcional: “donde esté su tesoro, ahí estará su corazón”, no necesita mucha explicación. Si nuestro tesoro es el dinero, pues en el dinero estará nuestro corazón, y así en todos los casos de objetivos de vida del ser humano. ¿Pero qué ha pasado? Que el ser humano ha hecho de los medios, fines en sí mismos ubicando en ellos su deseo más extremo, preocupándose incesantemente por conseguir esos “fines” (medios”) de ahí tanta locura del mundo actual. Diariamente nos informan de la locura de la guerra que motivada en la intolerancia siempre busca la prevalencia  del poder de uno sobre otro, para que al final se entienda (¿lo habrán entendido?) que ninguno de los bandos es el ganador. Eso no es otra cosa que actuar sin principios adecuados, y ubicar como el centro de vida el poder. Mientras se “triunfe” se será “feliz” pero como la guerra es incierta, y poder no es permanente, sino una imposición de fuerza, cuando no se tenga se caerá en la infelicidad y el sin sentido. Hay muchos ejemplos que muestran cómo el que fue pisoteado por un tirano, lucha y gana tornándose en el nuevo tirano y el nuevo pisoteador. 

Con el sexo y las drogas sucede algo similar. Se auto esclaviza quien los posiciona como centro de vida. Muchas parejas proponen como única razón de felicidad en su relación, el sexo, convirtiéndolo el centro de su vida. Cuando se haya avanzado en su relación y el sexo no sea lo mismo que al principio, se necesitará de otro centro de vida para sostener aquella relación. La hermosura del sexo se banaliza, se instrumentaliza y en estas condiciones pierde sentido y la relación se desvanecerá, su efímero suceso y novedad se habrá acabado, no habrá nada qué hacer. Con las drogas el autoengaño es aún más radical y el fin por lo general es muy triste. La pérdida de la orientación de vida, el suicidio y otros tipos de muerte son los resultados de ubicar el espejismo inicial que imponen las drogas, en este caso no tiene ni inicio ni fin con alguna bondad. 

Mientras el ser humano no entienda que su vida debe tener como centro, principios adecuados de vida, equivocará su rumbo. Aunque en algunos casos parezca que esos otros centros le traen alguna felicidad, esta no será sostenible en el tiempo, no será duradera. Los cristianos debemos entender que los principios que Jesús nos entregó, serán el arma para elegir una vida adecuada y bien orientada. ¡Qué actual es la pregunta de Tomas ¡ “Señor, ¿cómo podemos saber el camino? Le dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” [12] Efectivamente Jesús debe constituirse en el centro de nuestra vida y desde él, sin duda alguna podemos interesarnos, sin excesos, en otros centros importantes, y como dice Pablo “¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.”[13] , evidentemente podemos referir la hermosa comparación que en varias ocasiones se utiliza, para hablar de Jesús: “…siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor” [14]. 

Una vez que hemos situado todo en la correcta proporción e identificado el centro adecuado que debemos tener, podemos crear, escribir, diseñar nuestra misión de vida. Un enunciado de misión personal puede ser una herramienta poderosa para proporcionar dirección y significado a la vida. Se trata de responder a preguntas como ¿De qué se trata mi vida? ¿Bajo qué principios opera mi vida? Realmente son cuestionamientos profundos, pero es un ejercicio precioso de autoconocimiento, es redescubrirse, una bella mirada introspectiva que permitirá vaciar en concreto el propósito de nuestra existencia, saberse de uno mismo, nuestros talentos, intereses y deseos más profundos. 

¿Saben cuál es el ejercicio más adecuado para que el cristiano realice ese redescubrimiento? Sí, me imagino que lo saben: LA ORACION. Si algo tienen en común la vida de los santos es que se especializaron en la oración, la meditación y por supuesto la más deseable forma de orar: la contemplación.¡Adivinen quién es el maestro de la Oración! Correcto: Jesús. En todos los episodios en el evangelio que se suponen a Cristo un enfrentamiento especial con su misión, siempre está en oración. Veamos algunos textos: 

  •  “De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.” Mc 1,35
  •  “Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.” Mc 6,36
  •  “Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante…” Lc 9,28-29 
  •  “Y sumido en agonía, insistía más en su oración.” Lc 22,44 
  •  Jn 17,1ss, texto bíblico del que hice referencia páginas atrás (p.55). 
Es en oración que Jesús proclama ese extraordinario discurso. 

Nos cuesta mucho dedicar tiempo a este ejercicio espiritual, siempre buscamos excusas: que no tengo tiempo, no puedo concentrarme, no siento nada, estoy cansado y otra infinidad de pretextos. Lo que más asusta a los que huyen de la oración es que precisamente un orante obtiene como “valor agregado” un gran autoconocimiento. Se examinará con detalle, se hará consciente de su vida, la evaluará , conocerá su virtudes y defectos. Esto algunas veces no es bonito. Pero un orante proactivo, sabría que a pesar de todo lo que descubra, tiene la absoluta libertad de definir qué hacer con su vida y al estar en oración, ese propósito de vida se definirá entre dos: Jesús y el orante.


[8] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág.139
[9] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 154
[10] Idem, pág. 158
[11] Lc 12,33-34
[12] Jn 14, 5
[13] I Cor 3,10-12
[14] Ef 2,20

Comentarios

Entradas más populares de este blog

PRIMER HABITO SER PROACTIVO: El hábito de la responsabilidad. Resultado del hábito: La libertad

2. Los 7 Hábitos de Covey :... Resumen ....:

4. EL CARÁCTER DE JESUS