PRIMER HABITO SER PROACTIVO: El hábito de la responsabilidad. Resultado del hábito: La libertad

PRIMER HABITO SER PROACTIVO: El hábito de la responsabilidad. Resultado del hábito: La libertad (Parte 1 de 2)

“Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas él respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: Todo esto te daré si postrándote me adoras. Dísele entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto. Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.” [1]



Imagen de Jesús, película "La Pasíon"
En este pasaje bíblico se nos muestra un Jesús, lleno de libertad para elegir, sí, elegir entre lo correcto o lo incorrecto. Sus respuestas (repito sin calidades exegéticas) ante las tentaciones no dejan duda de su carácter, basado en principios. Armado de su conocimiento de las escrituras, enfrenta algunas de las grandes tentaciones del ser humano: posesiones (pan) y poder ilimitado (mundo, su reino). Además, podemos ver, otra tentación dirigida a abandonar su misión de Mesías haciendo un prodigio del cual no hubiese quedado duda alguna en nadie (Tírate abajo, y los ángeles de llevarán). Todas sus respuestas nacen del convencimiento en sus creencias y sus principios. Es un Jesús que se sabe libre para elegir adecuadamente, sin sentirse obligado por las condiciones externas que vivía (hambre, soledad, desierto). Ávido de Dios, este hombre es capaz de sortear sus condiciones exteriores para tomar las decisiones correctas para su misión. 

En otro pasaje, revestido de pasión, dolor y muerte, Jesús se encuentra orando y reafirma, a pesar del sufrimiento, su adhesión al Padre:

“Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú. Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil. Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.” [2]

El evangelista nos muestra a un Jesús en un estado de terrible sufrimiento y dolor (“tristes hasta el punto de morir”), su suerte ya ha sido echada, ya cobraron por su vida. Lucas es aún mas descriptivo e indica que: “sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.” [3]

Pienso que muchos en estas condiciones, hubiesen salido corriendo (incluido este servidor), sin pensarlo dos veces, pero no, El deposita su confianza en su querido “Padre mío”. ¿De dónde le surge esta fortaleza? El texto de Mateo lo indica tres veces: “Oró” y una vez “Suplicó” y Lucas enfatiza en que “insistía más en la oración”. Jesús plantea como el fundamento de su fortaleza, su relación de orante con su Padre, podríamos concluir: Jesús es Dios ¿para qué orarse a sí mismo? Precisamente porque quiere enseñarle a todos sus discípulos de dónde tomar fuerzas para enfrentar cualquier situación apremiante en la vida: “Velad y orad para que no caigáis en tentación”. Es muy humana la necesidad de apoyo en los momentos difíciles, pues la respuesta es: Oren. Es efectivamente, muy actual por la condición que estamos viviendo.

La misión de Jesús es clara, y El la tiene clara (hablaremos de esto en puntos siguientes con citas bíblicas) y ante esta escena en la que podía huir, por la libertad que tiene, no lo hace, sino que tiene el suficiente carácter para enfrentar lo que venga, no se deja vencer por el dolor o por el miedo (por sus sentimientos) sino que al gobernarlos, los administra adecuadamente (inteligencia emocional). 

Estos dos pasajes quiero aprovecharlos para el primer hábito de Covey: La proactividad.

“Proactividad no significa solo tomar la iniciativa. Significa que como seres humanos somos responsables de nuestras propias vidas. Las personas proactivas no dicen que su conducta es la consecuencia de las condiciones, el condicionamiento o las circunstancias. Su conducta es un producto de su propia elección consciente; se basa en valores, y no es un producto de las condiciones, ni está fundada en el sentimiento”[4]

Definitivamente Jesús es El Modelo (prototipo) de proactividad. El decide sobre su propia vida y toma una elección consciente, elevando una oración a su Padre Dios, toma las riendas de su vida y elige ser entregado. El es responsable. La responsabilidad la entendemos como “la habilidad para elegir la respuesta”. Pudo caer en depresión, hacer una escena de histeria y correr como loco metiéndose en un hueco, hacer berrinche y blasfemar por su “suerte” o bien “usar sus poderes de Dios” llamando un ejército celestial para ser defendido. Actitudes propias de un ser reactivo que es manejado por sus emociones, por sus sentimientos, por las circunstancias y su ambiente externo. El ser reactivo es regido por la conducta de los otros. 

Su principio: la oración, lo levanta, lo exalta y le da fuerza para decir a sus discípulos: “ya pueden ir a dormir y descansar, me ha llegado la hora”[5], habiendo insistido con anterioridad que lo acompañaran en la oración, ahora como diciendo, ¡esto lo enfrento solo! , los manda a dormir. 

En este mismo escenario bíblico ocurre un hecho de proactividad de Jesús: Judas, el amigo traidor, lo identifica dándole un beso en mejilla (Mt 4, 48-50; Lc, 22, 48).

“Jesús le dijo: ¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre! Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿herimos a espada? y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha. Pero Jesús dijo: ¡Dejad! ¡Basta ya! Y tocando la oreja le curó” [6]

Su respuesta (la de Jesús) es completamente meditada, no se le fue encima a golpes, insultos o cosa parecida, sino que en un tono de serenidad, lo enfrenta a su traición (a Jesús). Por otra parte la actitud de uno de sus discípulos es reactiva, le corta la oreja a un siervo, pero Jesús le sale al paso con un gran dominio de emociones y tiene la capacidad incluso de curarle la herida. 

¡Que actual y que cercano es el ambiente del ser reactivo! Basta con salir a nuestras calles y enfrentar a los “monstruos del volante”, por lo general gente buena, llena de buenos sentimientos que al tomar un volante se convierten al estilo de “hulk” en otro ser. Miremos nuestras reacciones diarias, miremos los diarios, periódicos y radio noticieros y seremos testigos de la violenta reactividad de nuestra gente. Subordinamos nuestros valores a nuestros sentimientos y sin pensarlo actuamos irresponsablemente. 

“Las personas reactivas se ven impulsadas por sentimientos, por las circunstancias, por las condiciones, por el ambiente. Las personas proactivas se mueven por valores: valores cuidadosamente meditados, seleccionados e internalizados” [7]

Los invito a repasar los posts anteriores de este blog y repasemos Los principios de Jesús. Antes de predicarlos, él los ha interiorizado completamente y así los vive con excelencia. Son estos principios los que guían su actuar, no improvisa, no engaña, no pretende ser.

Esta es la primera parte del primer hábito, los invito a leerlo la próxima semana. #Quedenseencasa #Sipodemos


[1] Mt 4,3-11. Ver también Lc 4,1-13 
[2] Mt 26,38-44 
[3] Lc 22,44 
[4] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 90 
[5] Mt 26, 45 
[6] Lc 22, 48-51 
[7] Idem, pág. 92 


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