PRIMER HABITO SER PROACTIVO: El hábito de la responsabilidad. Resultado del hábito: La libertad (2)

PRIMER HABITO SER PROACTIVO: El hábito de la responsabilidad. Resultado del hábito: La libertad (Parte 2 de 2)

Continuamos con el primer hábito...

En el trance más difícil de su misión, Jesús, manifiesta con toda autoridad la verdad sobre estos principios, me refiero a su entrega, pasión y muerte. Covey presenta una vivencia de proactividad y vivir guiado por principios con la situación de los campos de concentración alemán en la segunda guerra mundial con Víctor Frankl, quien se sintió libre en medio de la terrible experiencia de un judío en una de épocas más dolorosas de la historia humana, pues yo los invito a meditar en otro judío, en uno que ha marcado la historia: Jesús.





Si alguien vivió en carne propia el dolor y el sufrimiento fue Jesús, que sufrió como hombre y se desangró como tal. Pero en medio de tal agonía pudo enseñar que “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”[8], tuvo el valor y el coraje para sufrir a tal extremo que su rostro era casi desconocido “varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta”[9]. 

Encontramos varios pasajes durante este evento que grafican con claridad la generosidad de tan valiente entrega y una actuación que ejemplifica el enfrentamiento de una situación tan extrema basado en principios y no en emociones. Mientras él era acusado, golpeado y calumniado por los suyos, “él nada les respondió, hasta el punto que el Procurador se maravilló grandemente”[10], “él callaba y nada respondió”[11]. 

Camino al calvario, Jesús se encuentra a varias mujeres que salen a su paso a consolar a Jesús por su suerte, sin embargo más bien Jesús las consuela a ellas: “Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.” [12]

En la cruz le ofrece perdón y compañía a un ladrón crucificado junto a él: “Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.”[13]

Y para demostrar que sus principios no son una simple pose y que son la guía de su carácter termina perdonando a todos los que le hicieron daño “Jesús decía: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.” [14]

Esta ausencia de rencor y de respuesta que parece de un ser ajena a toda realidad humana, es una notable invitación a que todos los seguidores de Jesús, al menos traten de vivir en alguna medida, aquella extraordinaria proeza, propia de seres humanos especiales. Digo seres humanos, porque muchos depositan el enorme esfuerzo y aguante de Cristo en su carácter divino casi afirmando, que como era Dios, se aisló, que no le dolió, que no sufrió como hombre, sin embargo a lo largo del nuevo testamento encontramos muchas citas en las que los escritores bíblicos destacan la importancia del evento de la pasión y del sufrimiento como parte del amor de Dios al hombre. 


En el contexto de Covey, una actuación de semejantes proporciones se puede explicar por una persona regida por la ética del carácter y que vive en “extremis” el primer hábito de las personas altamente eficientes: la proactividad. 

“Nada deja una impresión mayor, más duradera, en otra persona, que la conciencia de que alguien ha trascendido el sufrimiento, que ha trascendido la circunstancia y está encarnando y expresando un valor que inspira, ennoblece y eleva la vida” [15]

Al enfrentar una reflexión sobre la proactivad, primer hábito, algunos podrían referir algunos condicionamientos que la gente acostumbra a citar al tener patrones reactivos de actuar – excusas -, tales como “soy así, siempre he sido así, es un mal de familia” (determinismo genético), “fui maltratado de niño, así que soy un agresor” (determinismo psíquico) o bien “es culpa de mi esposa, ella merece ser golpeada por tonta” (determinismo ambiental), estos son mapas que se basan en la teoría estímulo-respuesta, es decir estamos condicionados a responder de un modo particular. Estas formas de pensar son más comunes de lo podríamos pensar, es para muchos la razón por la cual no dan el paso para asumir la responsabilidad ante sus actuaciones, iniciando un rompimiento de paradigmas y decididamente actuar de manera proactiva. Cosa de por demás difícil pero no imposible. En algunos casos, y no quiero minimizar esta realidad, algunas personas efectivamente presentan un daño emocional de tal magnitud, por experiencias traumáticas pasadas, que para participar en un proceso como el de Covey, deberán ser atendidos por especialistas que les ayuden a superar esos terribles daños, no se me ocurre que un niño abusado continuamente pueda llegar a superar ese trauma en soledad, su autoestima probablemente este muy dañada y se sentirá culpable, creo que necesitará de mucha ayuda, usualmente psicológica para reparar el daño que le hicieran. Pero incluso en estos casos,- quizá con previa ayuda - , se puede enfrentar todo pasado para vivir, sí con sus cicatrices, pero con la oportunidad de responder adecuadamente a la vida que elige vivir. Es decirse: sí, yo viví esto, o lo otro, pero a partir de este momento elijo ser de este otro modo. No puede ser un borrado de memoria inducido, auto amnésico, se debe aceptar el pasado, pero no vivir atado y condicionado por él. Debemos comprender que siempre tendremos influencias externas, recuerdos de pasados felices o tristes, pero nuestra respuesta a estas influencias es de nuestra entera elección, si está basada en principios positivos iremos en la ruta correcta. “Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede” [16]

En este contexto encontramos en la Biblia, propuestas de Jesús que promocionan al ser humano y le dice que no se preocupe por lo que ha pasado, el amor de Dios lo acompaña y le ayuda a ver con optimismo el futuro que se forje y decida vivir. “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”[17], entre dos la carga es más liviana, Jesús y yo, ni Jesús solo ni mucho menos “yo” solo, ambos. Jesús perdona a la adúltera y no le reclama sobre su pasado, a pesar que lo conoce, sino que le dice: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.”[18]. Ver hacia adelante a partir de este momento, soy yo quien elijo lo que me toca vivir, tengo la libertad de desamarrar las ataduras del determinismo y promoverme hacia adelante. 

Una gran enseñanza de la pasión dolorosa de nuestro señor Jesucristo es que él eligió sufrirla, manteniendo una dosis especial de fuerza emocional, para sacar de ella la gracia de nuestra salvación y filiación divina. “Pero Dios siendo rico en misericordia, por causa de su mucho amor con que nos amó, cuando estábamos nosotros muertos por el pecado nos vivificó juntamente con Cristo y nos resucitó y nos hizo sentar con El en los cielos en Cristo Jesús”[19]. “Y quiso también por medio de El, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo, pacificándolas por la sangre de su cruz” [20] Colosal fruto de tan ignominiosa pena. Pablo en la carta a los Gálatas dice hermosamente: “Cristo nos liberó para gozar de libertad” [21], esto nos posibilita a ver con esperanza nuestra vida, una vida en Cristo, más plena, más auténtica, pletórica de los grandes principios que él mismo vivió. “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.”[22].

[8] Idem, pág. 92 
[9] Is 53,3 
[10] Mt 27,14; Mc 15,5 
[11] Mc 14,61 
[12] Lc 23,27 
[13] Lc 23, 42 
[14] Lc 23,34 
[15] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 94
[16] Idem, pág. 93 
[17] Mt 11,25-30 
[18] Jn 8,11 
[19] Ef 2,4-5 
[20] Col 1,20 
[21] Gal 5,1 
[22] Col 3, 12-17

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