SEGUNDO HABITO EMPEZAR CON EL FIN EN LA MENTE I Parte

SEGUNDO HABITO EMPEZAR CON EL FIN EN LA MENTE:
El hábito de la visión personal, del liderazgo personal. Resultado del hábito: Sentido a la vida.

El ser humano que gobierna su vida, que gobierna sus emociones y actúa en base de principios, podrá decidir el futuro que desea para sí mismo, lo he repetido varias ocasiones, ahora se añade que tendrá claridad sobre la visión que tiene para sí mismo, de su vida. Saber a dónde se está yendo. ¿Quién podría saber a dónde va si no sabe dónde está?

Pienso que todos tenemos conocimiento de alguna vida (podría ser la suya) que divaga y transita sin objetivos claros, sin metas definidas, como el “abejoncillo” de mayo que golpea las paredes y choca incesantemente tratando de llegar a una luz que lo quemará. Esto hace meditar en muchos que se preocupan en acumular riquezas, posesiones, títulos universitarios, desgastándose y sacrificando importantes áreas de su vida sin una definición clara del porqué lo hacen.

“Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos antes al lugar erróneo. Podemos estar muy atareados, podemos ser muy eficientes, pero sólo seremos también verdaderamente efectivos cuando empecemos con un fin en mente” [1]

Muchas personas actúan porque se les condiciona a actuar de una forma específica, son dependientes de las opiniones de terceros, de sus percepciones y paradigmas, así se moldean y actúan. Una persona efectiva da forma a su propio futuro, se “re-crea” según sus principios, planifica mentalmente su futuro para obtener resultados positivos.

Para Covey, hay dos momentos de “crearse”, de “hacerse”, uno es la creación mental en la que esbozo un plan, un proyecto de vida, un motivo que nos guiará (será un faro) para obtener resultados. Y una segunda creación es la ejecución del plan inicial, es la producción física de los resultados. Encontramos en la sabiduría popular algunas frases que retratan esta realidad: “Si se piensa que se perderá, indudablemente será así”. “Se perdió antes de pelear”, entre otras. Poner atención a la primera creación puede ayudar a las personas a lograr los resultados deseados. No obstante, se podría tener una creación inicial inadecuada distorsionada   y equivocada. Si lo hacemos con parámetros reactivos, permitiendo que otras personas o las circunstancias influyan en ella, podría generar una visión falsa o inadecuada. Esta creación debe provenir de principios. Este segundo hábito es esta primera creación, es el liderazgo personal, que me permite ver qué cosas quiero realizar.

El autoconocimiento, la imaginación creativa, la conciencia y la voluntad independiente, son cuatro dones humanos necesarios para hacer la elección correcta.  Covey los presenta en el primer hábito, pero yo los veo presentes en todo el continuo de madurez.

El autoconocimiento, es la capacidad para examinar mis pensamientos, mis estados de ánimo y conductas. La imaginación creativa es la habilidad mental para crear cosas más allá de la experiencia y la realidad presente. Conciencia interna para distinguir entre lo bueno y lo malo, integridad personal. Voluntad independiente, es la habilidad para actuar, independizados de las influencias externas. Son cuatro dones muy cercanos a algunos postulados de Goleman y la Inteligencia Emocional. Fomentarlos, promoverlos y practicarlos ayudarán a tener un cambio esencial en el carácter, además de ser dones para Covey, son principios (valores) cardinales para mi.

Revisemos estos importantes dones desde Jesucristo.

Encuentro en los evangelios gran cantidad de versículos en los que Jesús tiene una tremenda conciencia de los que es, presenta un gran autoconocimiento, que le permite actuar independientemente y con su mirada de futuro lleva la imaginación creativa a otras dimensiones.

Jesús sabe quién es y qué es lo que su Padre quiere de El. A los doce años, Jesús adolescente se queda rezagado en un largo viaje a Jerusalén, se había quedado compartiendo con los doctores de la ley en el templo, al encontrarlo se presenta este diálogo: “Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. El les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.” [2]

De este texto quiero resaltar el autoconocimiento del niño Jesús, él está para otras cosas, su visión de vida ha iniciado crecimiento y se desarrollará con él. “Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.” [3]

Habiendo iniciado su misión, estaba con sus discípulos y les hace una extraordinaria pregunta. “Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado. Les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: El Cristo de Dios. Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.” [4] El texto termina con un anuncio de la pasión, pero no deseo discutir en torno a la cualidad de “visionario o adivino” que se le confiere en este versículo. Me interesa resaltar que este hombre, Jesús de Nazareth, hace una pregunta eminentemente de autoconocimiento: ¿Quién dicen que soy? Una vez dada la respuesta (El Cristo), queda en silencio y los manda a no revelarlo. Jesús sí se autoconoce como el Cristo, el que había de venir, sin lugar a dudas. “Jesús les respondió: Aunque yo dé testimonio de mí mismo, mi testimonio vale, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy” [5] Yo veo en esta afirmación de Jesús, el resumen de este segundo hábito: “se de donde he venido y a donde voy”. La claridad de autoconocimiento que expresa en este versículo contrasta con la tremenda afirmación que hace: yo sí sé a donde voy pero ustedes no lo saben, no obstante seguiré con mi misión. Es un hombre que presenta contundencia en lo que quiere para él. Tiene clara su misión y su visión de vida.

Quiero plantear en este contexto unos versículos en los que Jesús, además de su conciencia mesiánica tiene clara su pertenencia filial divina. Veamos el evangelio de Juan en el Cap. 8,19-30. Jesús inicia una confesión de su relación sustancial con el Padre “si me conocieras a mis conocerías a mi Padre” v.19, continúa presentándose como alguien “no es de este mundo” v.23, para terminar presentándose como Dios, como el “Yo Soy” vs.24; 28[6]. En otro extraordinario texto del evangelio de Juan (oración sacerdotal) amplía estos conceptos. Jn 17,1-26.

“El Hijo pide que el Padre lo glorifique a fin de glorificarlo a él mismo(v1); toda su obra en la tierra ha estado subordinada a este objetivo (v4); para eso ha revelado el “nombre” del Padre a los hombres del mundo, que aquel le ha dado (v6) y ha conseguido que ninguno de ellos se perdiera (v12). La comunidad de los discípulos en la tierra debe realizar esa glorificación del Padre por el Hijo mediante se fe en aquel a quien el Padre ha enviado y por una unidad de amor mutuo conozca que el Padre ha enviado a Jesús (vv21.23). Pero, el último objetivo es llevar a los creyentes a la gloria que el Padre había dado al Hijo ya antes de poner los fundamentos del mundo (v24); con esto Jesús seguirá revelándoles el nombre del Padre, a fin de que el amor del Padre, abrace y penetre en todos los creyentes (v26).”[7]


Para dar espacio a la reflexión, llegamos hasta aquí por hoy. Nos leemos la próxima semana.

[1] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 124
[2] Lc 2, 32-52
[3] Lc 2, 52
[4] Lc 9,18ss
[5] Jn 8, 14 ss
[6] Yo Soy, es la fórmula de A.T. para el nombre de Dios, aquí afirma su poder divino. Ver Ex 3,13-14

[7] Cristología, Carlos Joaquín Alfaro, pág.83

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