TERCER HABITO PONER PRIMERO LO PRIMERO (1/2)

TERCER HABITO PONER PRIMERO LO PRIMERO: El hábito de la auto administración efectiva. Resultado del hábito: Priorizar lo importante vs. Lo urgente 

Hice referencia a cuatro dones humanos necesarios en todo momento. En este hábito nos encontramos ante el ejercicio de la voluntad independiente, es la puesta en marcha de la primera creación, es decir, es la segunda creación, es lo que hace posible la auto administración efectiva llevando a cabo proactivamente el programa de vida que se ha desarrollado con los otros tres dones. Se trata de coherencia entre aquello que dijimos que deseábamos para nosotros, nuestra misión, la propuesta de vida y su ejecución práctica. Esta coherencia se llama integridad (anticipo: para la Biblia es sabiduría, ser sabio es quien actúa según dice). 



“El grado en que hemos desarrollado nuestra voluntad independiente en la vida cotidiana se mide por nuestra integridad personal. Fundamentalmente, la integridad es el valor que nos asignamos a nosotros mismos. Es nuestra capacidad para comprometernos a mantener los compromisos con nosotros mismos, de ‘hacer lo que decimos”[1]

Para Jesús, la integridad es una condición obligatoria de sus seguidores y así lo manifiesta en el evangelio, ya he citado el discurso que le dirige a los fariseos y escribas en el que los enfrenta ante su doble moral: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!” [2]

No solo es la denuncia de quien manifiesta o aparenta realidades diferentes a sus principios, de manera hipócrita, sino que es la clara decisión de Jesús para exigir integridad. La declaración se vuelve más franca al decir sin tapujos el enunciado básico de la integridad : “Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen” [3]. Así pues la integridad es un componente básico en el continuo de madurez. 

Este hábito nos dice que “primero lo primero”. Es la capacidad de discernir, con base en los profundos valores del ser, qué hacer primero, independiente de los deseos del momento que lo impulsan a no hacerlo o de hacer algo diferente. “Es el poder de actuar con integridad respecto de la primera creación preactiva” [4]. 

Como he tratado de proponer, en los dos hábitos anteriores, la persona Jesús se constituye en el modelo por excelencia de proactividad y de comenzar con el fin en la mente (primera creación), es obligatorio ser coherente con esto e indicar que también él es modelo de este tercer hábito, de poner primero lo primero. No solo porque siempre puso su misión personal como meta a cumplir sobre las otras actividades que podría realizar, sino porque la diferenció sobre las que no tenían gran valor para su propósito. 

El Jesús de los evangelios, es una persona que acostumbra estar siempre a la par de quienes lo necesitan, a ellos les dirige sus milagros. A pesar que para los sujetos de esas obras portentosas, como las curaciones, eran urgentes de resolver, Jesús siempre los acogió y antepuso, a su necesidad de curación física, la curación espiritual. Siempre utilizó los milagros como catequesis de su mensaje. 

Veamos algunos ejemplos: 

 “En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: ‘Hombre, tus pecados te quedan perdonados.’ Los escribas y fariseos empezaron a pensar: ‘¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?’ Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: ‘¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, - dijo al paralítico -: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’” [6]

 En el pasaje de Jesús y la adúltera [7] en el que se nos narra la hermosa experiencia proactiva de Jesús, que acoge, comprende, perdona y enseña, podemos presenciar lo que es importante para El, más que lo urgente para los otros. Los escribas y fariseos querían un linchamiento (lo urgente) y Jesús les dio otra cosa: les mostró la verdad del hombre, un ser débil (lo importante). A la adúltera le mostró misericordia, perdonándola la dejó. “Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.’ [8]

 La invitación de Jesús para dejar todo las cosas de este mundo (las urgentes) y centrarse en la búsqueda de otras mayores (las importantes), es evidente cuando le pide a sus discípulos abandonar su cotidianidad por seguirlo: “Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: ‘Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.’ Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.” [9]

En todo el evangelio abundan los ejemplos de la claridad de Jesús de moverse siempre en el cuadrante 2 e invita a sus seguidores a vivir de esa forma. Lo importante es el Reino de Dios, El mismo, su persona y mensaje porque lo demás “vendrá por añadidura”. Los invito a fijarnos en el capítulo 12 del evangelio de Lucas, lo podemos llamar un himno al abandono en Dios y su providencia, pero especialmente que nos fijemos en lo que debe ser importante para el cristiano y no confundirlo, como usualmente se hace, con lo urgente. El resumen es este: no amontonemos “chunches”, no suframos por ellos, que no sea nuestro centro de vida, busquemos lo que realmente importa “donde no llega el ladrón, ni la polilla”[10]. En este 2020 tan duro para todos, esto se vuelve crucial de entender.

Hemos equivocado la ruta, por darle carácter de “importante” a cosas, a objetos, a dinero, a lo que pasa, a lo que caduca. Nos hemos vuelto esclavos del tiempo por la imperiosa urgencia de obtener esas cosas. Se nos ha olvidado esta invitación tan básica (originaria) de la oferta de vida de Jesús, quien siempre lo demostró, desde su humilde nacimiento hasta su terrible muerte. Hay bienes superiores. Verdad fundamental de la vida de fe. Vivir abajo pensando en “arriba”. Es un asunto de trascendencia, de superar lo aparente y saberse participado de la divinidad en Cristo Jesús. Creo que es necesario aclarar que no se trata de un abandono cruel a algunas áreas importantes de esta maravillosa vida que nos toca vivir, sino que con un perfecto equilibrio emocional, se capte que la dimensión sobrenatural que nos confiere la fe, reviste un valor excepcional. Esto es un asunto de equilibrio de vida, se trata identificar los diferentes roles de su vida y tenerlos presentes. No se pueden descuidar áreas importantes de la vida como la salud, familia, educación y desarrollo personal. Debemos recordar que teniendo la vida centrada en principios adecuados será natural el atender otras áreas de la vida de manera duradera. De ahí que es importante identificar los roles claves de cada uno, como esposo o esposa, como madre o padre, hijo o hija, etc., y así saber qué áreas debe atender de forma equilibrada. Así mismo es importante seleccionar las metas que tiene que lograr en cada rol. Al identificarlos se iniciará el viaje de la experiencia, de la vivencia de todo lo propuesto. 

“Y vivirlo está primordialmente en función de nuestra voluntad independiente, nuestra autodisciplina, nuestra integridad y nuestro compromiso, no al servicio de metas y horarios a corto plazo ni del impulso del momento, sino de principios correctos y de nuestros valores más profundos, de lo que da sentido y contexto a nuestras metas, a nuestros horarios y nuestras vidas” [11]


[1] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 188
[2] Mt 23, 25-27
[3] Mt 23, 3
[4] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 189
[5] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 191
[6] Lc 5,18-24
[7] Jn 8,3-11
[8] Jn 8,10ss
[9] Mt 4,18-20
[10] Lc 12, 33
[11] Steven R. Covey, “Los 7 hábitos de las gente altamente eficiente”, pág. 214

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